El Concejal Carrillo: “Felicidades a todos los españoles, hoy es el día de la Desunión Europea”

Hoy he visto este mensaje en la página del Facebook de nuestro Ayuntamiento: “Hoy 9 de mayo conmemoramos el #DíaDeEuropa recordando la Declaración Schuman. Valores comunes internacionales, crecimiento económico y fomento de la paz, elementos que nos cohesionan y hacen más fuertes. Feliz #EuropeDay”

La entrada de España en la UE en 1985 y las prisas de Felipe González fueron letales, nadie en toda la historia de UE pagaría tal precio. La cabaña lechera sería drásticamente reducida a favor de Francia; la flota pesquera, la mayor de Europa y la tercera del mundo, quedó casi desmantelada. Eximirían del pago de impuestos a las grandes fortunas a través de las sicav (sociedades de inversión). El AVE a Sevilla: una ruina total. Los ingresos de los AVE no cubren siquiera los costes variables. Solchaga fue sustituido por Pedro Solbes en 1993 y con él todo iría mucho peor. La situación económica al final de la etapa de Felipe González era realmente penosa. El paro ascendía al 23%, el déficit público al 6,7% del PIB y la deuda al 70%, los valores más altos de nuestra historia. Y como guinda del pastel, la Seguridad Social estaba en quiebra y los intereses al 20%: el socialismo volvía a batir récords de ruina para España. Al final, González perdió las elecciones por el desastre económico. Los GAL y  FILESA apena restarían votos.

José María Aznar era una persona rendida ante los hombres de poder, Franco, Fraga, Bush. Humilde ante el superior y despectivo ante el inferior. A un líder lo siguen personas competentes, a un jefe lo obedecen los trepadores: sus dos lugartenientes, Rodrigo Rato y Mariano Rajoy, dos “trepas” profesionales incapaces de gestionar una mercería, son buena prueba. Todos sus esfuerzos  se centraron en entrar en el club de los ricos, la zona euro, sin pararse a sopesar los pros y los contras de tan trascendental decisión. Y si la moneda única podía ser una bendición para países con gobiernos sensatos, era un desastre para países con gobiernos insensatos. Fue nuestro caso. A día de hoy, el euro ha sido un desastre para España por la incompetente e irresponsable utilización de las ventajas derivadas del mismo. El 'éxito' económico fue una gigantesca farsa. Aznar conseguiría, a través de los fondos de la UE,  50.000 millones de euros bajo su mandato, que se despilfarraron  en mantener a vagos y caraduras a través del PER -subsidios agrarios- y del gasto en infraestructuras innecesarias. La venta de las grandes empresas públicas a precio de saldo a los oligarcas supuso 40.000 millones más. La reforma fiscal y el recorte de gasto fueron idea de Enrique Fuentes Quintana, que convenció a Aznar, y fueron implementados por el profesor José Barea, que dependía sólo del presidente. Fuentes ni siquiera se reunió con Rato, al que despreciaba. El caso Rato fue un bluf de principio a fin: nombrado presidente del Fondo Monetario Internacional gracias a la amistad de Aznar con George W. Bush, al que acabaron echando, algo insólito en los anales del FMI. Su gestión en Bankia fue tan desastrosa que está procesado por ella, pero los oligarcas a los que ayudó le han buscado un retiro de oro. Aparte del dinero de la UE y el ‘regalo’ de las joyas de la corona, el  crecimiento económico de Aznar fue un engaño: se debió, esencialmente, al endeudamiento masivo y disparatado de familias, empresas y bancos, facilitado por nuestra entrada en el euro.

En su mandato y a precios constantes, el PIB se incrementó en 340.000 millones de  euros, pero la deuda privada lo hizo en 710.000. Se nos vendió una escandalosa pérdida neta como un triunfal éxito de Aznar. Una deuda que no sirvió para mejorar la industria nacional y la productividad, sino a la especulación y a la burbuja y a la discutible expansión internacional de las grandes empresas. Y hay que sumarle la ley de las renovables, que permitió pelotazos increíbles, y la escandalosa concesión de licencias UMTS de telecomunicaciones por 85.000 millones de pesetas a sus amigos, frente a los 2-3 billones que ingresaron los gobiernos del resto de Europa.

Si el crecimiento fue un engaño, su política interna fue un desastre sin paliativos. En lugar de dar marcha atrás, intensificó las transferencias de educación a las comunidades autónomas. Un paso de gigante en la desvertebración de España.  Transfirió la sanidad, eliminando  las ventajas de las economías de escala y elevando los gastos de gestión y administrativos. Parientes y amigos entraron en el negocio a millares: los servicios no médicos tienen hoy diez veces más personal del necesario. El gasto sanitario pasó de 38.000 millones en 2002 a 95.000 en 2011. Un despilfarro anual de 40.000 millones, en euros y población constantes. ¡Y no hay dinero para las pensiones!.

Aznar fue el gran presidente de los separatistas, en contra del mito que afirma lo contrario. Les cedió las competencias de tráfico, justicia, educación, cultura, empleo, puertos, etc. Eliminó la figura del gobernador civil, que fue sustituida por un subdelegado casi sin competencias, y defenestró a Alejo Vidal-Quadras a petición de Jordi Pujol. El PP catalán se hundiría para siempre. Y fue peor aun que aceptara la Ley de Política Lingüística, que discriminaba gravemente a los hispano-hablantes, impidió el recurso al Constitucional y prohibió al Defensor del Pueblo que hiciera nada. Esto ya no fue un desastre, sino un impulso decisivo hacia la sedición. 

Un atentado nunca explicado llevó a José Luis Rodríguez Zapatero, un bobo solemne, a la Presidencia en 2004. Zapatero sería una auténtica plaga bíblica que generaría la mayor crisis económica, política, moral e institucional de la historia de España. Zapatero se rodeó de un equipo ministerial que parecía sacado de una escombrera, un auténtico insulto a los españoles: nos excluyó del mundo civilizado. Con Zapatero se cumplió la famosa Ley de Murphy: “Todo lo que puede ir mal, irá”. En 2007 negaron la existencia de una burbuja inmobiliaria e incitaron a la gente a endeudarse, “porque cuanto más se endeuden, más ricos serán” y negaron que la crisis financiera mundial nos afectara. Zapatero jamás supo de ella, y Solbes tampoco, por qué la economía crecía y menos aún por qué se hundía. El SOS de los inspectores del Banco de España en 2006, pidiendo que se acabara con los préstamos bancarios indiscriminados que nos iban a llevar a la ruina, fue directamente a la papelera.

El desastre Zapatero superó ampliamente al de Aznar. En euros constantes, el PIB creció en 270.000 millones durante su mandato, pero el endeudamiento privado se incrementó en 1,02 billones, y para acabar de arreglarlo, la deuda pública se disparó en 400.000 millones. Para crear un punto de PIB nos endeudaron en cinco, ¡realmente de traca!. En 2007 negaron la existencia de una burbuja inmobiliaria e incitaron a la gente a endeudarse, “porque cuanto más se endeuden, más ricos serán” y negaron que la crisis financiera mundial nos afectara. En 2008 manipularon las cifras de crecimiento para ganar las elecciones. Negaron la crisis una y otra vez: “España juega en la Champions League” dijeron; permitieron a bancos y cajas falsear los balances con la ayuda del BdE. Al final llevaron a tres millones de personas al paro, destruyeron el sistema de cajas de ahorro y permitieron los mayores robos y latrocinios de la historia de España. Este indigente mental negaría la existencia de España como nación y, ya el colmo, aprobaría el Estatut de Cataluña, votado sólo por un 30% de catalanes, que convertía al resto de España en una colonia. Zapatero fue el jefe de la quinta columna del separatismo vasco y catalán en Madrid. De la etapa Rajoy y los “Presupuestos de la Recuperación”…,  hay que ser muy miserables para llamar así a la mayor deflación salarial de nuestra historia, donde 25 millones de personas, empleados públicos, pensionistas y trabajadores, perderán poder de compra, y donde los ingresos por impuestos son ciencia-ficción. 

El pueblo inglés, sin duda el más preparado de Europa, no ha querido escuchar a sus élites, ni a sus académicos, ni a sus banqueros que le decían que lo mejor era mantener el 'statu quo'. No ha querido escuchar las advertencias de Bruselas, de los banqueros centrales tanto del Reino Unido como del resto de grandes países, ni a los principales jefes de Estado e instituciones mundiales, y en lugar de ello ha decidido para bien o para mal salir de la UE, provocando una ruptura histórica del orden europeo de la posguerra. Tal vez porque solo podía ser un país vencedor del nazismo quien dijera basta a la corrupción, el descontrol, la dictadura de los 'lobbies' y la insufrible burocracia de Bruselas, algo de lo que nadie habla. De todas formas, y aunque no habrá “sangre, sudor y lágrimas” como en la II Guerra Mundial, sí habrá sudor y lágrimas para todos, el Brexit fué un auténtico desastre para los británicos y para el resto de europeos, aunque los primeros parecen dispuestos a aceptarlo a cambio de librarse  del 'yugo' de  Bruselas.

La primera reacción fue el hundimiento de la libra, de las bolsas de valores, especialmente de los bancos, y la subida de la prima de riesgo de los países periféricos, algo que fue gravemente preocupante para España, al ser el país más endeudado de Europa (si consideramos el PIB real y no el oficial, groseramente manipulado) y con un déficit público fuera de control. Las razones del brexit fueron, la antiinmigración y la antiburocracia. Un periodista inglés diría: “No somos xenófobos pero no queremos que nuestras ciudades se conviertan en algo como esta capital, con 400.000 belgas, 400.000 musulmanes y 400.000 extranjeros, y menos aún ser gobernados por la burocracia mas corrupta de Europa”. Algo de lo que doy fe, porque lo he sufrido intentando conseguir la competencia energética en España, y donde el 'lobby' patrio compró a los 'capos' de la DG4 (Dirección de Competencia) y lo que tenemos hoy es un oligopolio escandaloso. Aunque es ingenuo pensar que una vez fuera de las opresivas regulaciones implantadas por Bruselas, la debilitada economía británica volverá como creen a sus días de gloria como potencia mundial independiente. La salida de Reino Unido de la Unión Europea ha abierto un grave problema en el Presupuesto comunitario. España aporta cada año en torno a 16.000 millones de euros a los recursos de las instituciones europeas, por lo que el Brexit ha abierto un grave dilema en Bruselas. Algunos países quieren mantener las aportaciones actuales, lo que supondría rebajar el Presupuesto y, por lo tanto, recortar sus políticas, mientras que otros prefieren hacer un esfuerzo extra para avanzar en la integración europea. La Comisión Europea, lejos de resignarse a estos recortes, prefiere aprovechar la salida de Reino Unido para avanzar hacia la cohesión de los países miembros y elevar el Presupuesto hasta situarse entre el 1,1% y el 1,19% del PIB de la Unión. Este incremento en las cuentas públicas exigiría un importante esfuerzo a los distintos estados que, además, tendrían que compensar el efecto del Brexit. Según las estimaciones de Bruselas, los distintos estados tendrían que elevar su aportación al Presupuesto entre un 10% y un 20% a partir de 2020. Este aumento de la aportación significa que España tendría que transferir entre 1.300 y 2.600 millones de euros más cada año a la Uníon. Esto no solo convertiría al país en uno de los que más aportaciones realizan para sostener el Presupuesto comunitario, también pasaría a ser contribuyente neto. De esta forma, la aportación anual de España superaría ampliamente los 15.000 millones de euros. Además, como es uno de los países que más rápido crecen, su peso sobre la renta total se incrementa, lo que obligará a realizar una contribución mayor.

Hoy somos muchos los europeos que contemplamos con tristeza que la Unión Europea de las naciones es aún un sueño lejano. La falta de una plena integración y de una armonización jurídica real es un enorme peligro para la continuidad del proyecto europeo. La Constitución alemana impide que un Lander pueda convertirse en un nuevo Estado. Además un partido que defendiese la destrucción de la República alemana sería inmediatamente ilegalizado. Sin embargo un juez alemán ha considerado en solo dos días y sin molestarse en leer el dossier que prueba la violencia promovida por los separatistas catalanes, que el Señor. Puigdemont, el líder de los sediciosos, no puede ser juzgado en España por el deliro de rebelión.

Esta decisión de un juez regional alemán provoca que el Tribunal Supremo de España no pueda hacer justicia de acuerdo con las leyes que rigen a 47 millones de españoles, cuando los dirigentes separatistas no han respetado, ni las leyes españolas, ni las leyes regionales catalanas, ni los derechos humanos de la mitad de los catalanes que no son separatistas. Han mentido a sus ciudadanos. Han hecho huir miles de empresas. Han provocado el miedo y la angustia de todos los catalanes, y he aquí, que gracias a la libertad de movimientos que permite la UE, y gracias a ser ciudadano europeo el criminal Puigdemont va a poder escapar de toda responsabilidad de los graves actos que ha cometido y que tanto han daño han hecho a su país.

Si esto continua así, la balcanización y la progresiva desintegración de la Unión Europa está más que servida y la de España no digamos.

(Recopilación de artículos publicados por el economista D. Roberto Centeno desde el año 2014 a 2018).

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